En ocasiones se confunde la piel seca con tener la piel deshidratada. Y no es lo mismo. La deshidratación de la piel es un estado temporal de la piel y puedes sufrirlo independientemente del tipo de piel que tengas, seca o grasa. La piel deshidratada es aquella que acusa una falta de agua en el organismo y por lo tanto no es capaz de cumplir con su función de barrera protectora.
Cómo saber si tienes la piel deshidratada
Normalmente, cuando la piel tiene falta de agua se ve apagada, sin luminosidad ni brillo. Además, son síntomas muy frecuentes de la piel deshidratada el picor, la tirantez y la descamación.
Causas de la deshidratación de la piel
Las causas más comunes de la piel deshidratada son factores externos. Por ejemplo, circunstancias medioambientales, como el calor extremo o los ambientes muy secos, sin humedad, pueden afectar a la piel. Por eso es bastante común notar la deshidratación de la piel con el cambio de estación.
En verano, la exposición prolongada al sol y sin la protección adecuada es una causa frecuente de deshidratación de la piel.
También las situaciones de estrés, o la ingesta de algunos medicamentos, son un factor de riesgo.
Y en cuanto a factores internos, beber poca agua también está muy relacionado con episodios de piel deshidratada.
Cómo tratar la piel deshidratada
Lo más importante, cuando tienes la piel deshidratada, es nutrirla bien para que recupere su estado natural. Para ello es fundamental emplear una leche corporal altamente hidratante, como Acilac Hidra. Su secreto es la Gluconolactona pH 4.0, un principio activo que obliga a la piel a retener el agua, acelerando la velocidad de reparación de la piel. Este tratamiento hidrata la piel de forma intensa y prolongada, por eso con el uso diario la piel recupera su mejor aspecto y es capaz de mantenerse bien hidratada utilizándola solamente una vez al día.
A su vez, beber más de 2 litros diarios de agua y consumir alimentos ricos en agua ayudará a la piel a mantener un correcto nivel de hidratación, sobre todo en temporadas de mucho calor y ambiente seco, como el verano.
Y trátala bien: evita el uso de productos agresivos con la piel, como jabones o perfumes fuertes, y evita los baños con agua muy caliente.